¿Te has convertido en madre y te sientes un poquito superada?
Tranquila, todas las madres hemos sido mamás primerizas
Si pensabas que preparar la declaración de la renta era complicado, es porque aún no te habías convertido en madre. ¡Bienvenida al club, guapa! Aquí, las noches se confunden con los días, las ojeras ya forman parte de tu cara, y lo de «ir al baño sola» se convierte en un recuerdo lejano y en una verdadera misión imposible. Pero no te preocupes, porque a pesar del caos, ser madre viene con su propio conjunto de alegrías (¡y no hablo solo de los descuentos en pañales!).
Primero, hablemos de las hormonas. Esas pequeñas sustancias que durante el embarazo parecían tus mejores amigas, ahora decidieron montar una fiesta de despedida en tu cuerpo. ¿Llorar al ver una tostada ligeramente quemada? ¿Reír histéricamente en situaciones que no tienen ni gracia? ¿Sentir que tooodas las otras madres lo hacen mejor que tu? Sí, es algo normal, y aunque no lo parezca, ¡está todo controlado!
Y el sueño, ¡ay, el sueño! Ese concepto abstracto que se siente como un exnovio del que te distanciaste y ahora lo ves en las redes sociales, pasándoselo bomba sin ti y viviendo la vida loca.
Tus noches también son largas y es frecuente que, cuando el reloj marca las 3 a.m., te encuentres meciendo a un bebé que confunde la noche con una fiesta rave y tú eres su compañera de baile obligatoria.
Pero no todo es un campo de batalla. Cuando tu peque se calma y te mira, reconociendo que eres tú; su madre, ¡el mundo se detiene! Y no porque te hayas quedado dormida de pie, que también podría ser, sino porque ese amor es tan real que casi puedes tocarlo e incluso duele.
Y ya ni hablar del olor a bebé, que estoy convencida de que si lo embotelláramos, se vendería más que un perfume de los caros.
Hablemos del «glamour» de la maternidad. Olvídate de las revistas con madres perfectas, son un mito, como los unicornios o encontrar un aguacate en su punto justo en el supermercado. Aquí, el moño despeinado es tu mejor look, y si te has cambiado de camiseta sin manchas de leche o papilla, ¡eso ya cuenta como vestirse de gala!
No obstante, en medio de este caos maravilloso, encontrarás momentos de pura comedia. Como la primera vez que el bebé agarra el mando a distancia y pone algo en otro idioma, convenciéndote de que es un genio bilingüe. O cuando preparas una comida orgánica después de ver un programa de cocina y acaba formando parte de la decoración de las paredes, del suelo y de tu pelo… vamos, en todas partes menos en su boca.
Así que, nueva mamá, mientras navegamos por este mar desconocido de pañales, risas y lágrimas, recuerda: todas estamos improvisando y lo hacemos lo mejor que sabemos.
No existe un manual ni una guía, solo hay amor, paciencia y la capacidad sorprendente de reírse en medio de la locura. Y quizás, solo quizás, eso es lo que realmente significa ser madre.
Tal y como dicen en Baby Optima: «Convertirse en mamá es sentir la fuerza que no sabías que tenías y descubrir los miedos que no sabías que existían».