Mi experiencia como escritora

Llevo diez años trabajando duro y sin descanso para lograr hacerme un hueco en este fascinante mundo de la literatura. Mi sueño comenzó a hacerse realidad en 2013, cuando sentí la necesidad de escribir mi primer libro.
El título que me vino a la mente fue: «Lo sigo intentando», porque jamás debemos dejar de intentar cumplir cada uno de nuestros sueños, por inalcanzables que puedan parecer en un principio.

Es inevitable pensar: «Es imposible que yo pueda escribir un libro» o «¿Quién va a querer publicar un libro mío si no me conoce nadie y no tengo contactos?» o «Seguro que mi historia no cumple con los requisitos necesarios para ser una buena novela» o «No doy la talla» o «Seguro que no soy capaz de crear historias que merezcan la pena leer», y mil pensamientos más, cada cual más dañino.
¡Maldito síndrome del impostor! Qué duro es sentirse inferior a los demás, pensar que no tienes madera de escritora y autoincapacitarte al pensar que el concienzudo trabajo que estás realizando con tantísima ilusión y esfuerzo, no va a llegar a nada y no merece la pena continuar luchando…

Pero NO, jamás tires la toalla y digas que no eres capaz. Si tomaste la decisión de escribir tu primer libro, es porque sientes la necesidad de escribir, de comunicarte con el mundo a través de tus historias, creando un sinfín de aventuras.

Estoy segura de que, cuando enciendes el ordenador y empiezas a acariciar las teclas, escribiendo todo aquello que tu alma y tu corazón te dictan, te sientes en paz, en casa y en la gloria, porque estás haciendo aquello que tanto te aporta y tanto bien te hace.

Al escribir, te desnudas por completo y permites que afloren tal cantidad de sentimientos, que provocan en ti un tsunami de emociones y sensaciones, al imaginar lo que quieres que suceda, utilizando experiencias que has vivido en primera persona, o que alguien cercano a ti ha vivido.
O quizás deseas que sean tus personajes los que vivan aquello que tanto anhelas hacer, pero que sabes que es prácticamente imposible llevarlo a la práctica, ya sean fantasías sexuales, sueños inalcanzables o diversas locuras de difícil ejecución.

Es maravilloso dejar volar la imaginación y escribir describiendo lo que te nace de dentro, de las entrañas. En ocasiones, permites que sean tus dedos los que escriban todo aquello que tus labios son incapaces de verbalizar.
Es fascinante sentir que tu imaginación no conoce fronteras, porque es tan inmensa que hasta el universo se le queda pequeño.

Siempre lo digo: «La mente es el arma más poderosa que todo ser humano posee».

Así que, si tu sueño es escribir, ¡hazlo!
Y que nadie te diga que no vales, que no merece la pena tanto esfuerzo y dedicación. No permitas que te hagan sentir inferior, porque eres muy grande, y no es fácil enfrentarte a una hoja en blanco y lograr que, poco a poco, se transforme en una creación única que, es más que probable, genere sonrisas, lágrimas, carcajadas, ilusión, ganas de seguir leyendo y de leer tus futuras novelas.

Dicen que quien no lee vive únicamente una vida: la suya. Sin embargo, un buen lector puede llegar a vivir infinidad de vidas con cada libro que devora.

Tal y como decía Radko Tichavsky: «Los libros curan la más peligrosa de las enfermedades que sufre el ser humano: la ignorancia».
 

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